10 de abril de 2015

2015

Cómo me gustaría dejar de ser adulta,

Para llorar a gusto y decir que tengo una herida como de página filosa entre los dedos; y no entender, que es una herida por querer mantener en un sólo pedazo el corazón.

Como me gustaría no ser adulta para irme de viaje con mis papás, y ver los campos plagados de girasoles, y soñar con irme lejos, muy lejos y enamorarme mientras escucho a Perales en las bocinas del coche.

Como me gustaría no ser adulta, pera no apreciar lo que tengo, y poder manipularlo y aprovecharlo, y sin querer seguirlo enriqueciendo; sentirme desdichada por ir a San Francisco y no a Mazatlán como las otras niñas de la escuela, ojalá aún tuviera ese momento... mi vida sencilla, mis zapatos chiquitos.

Por que es desgastante y desgarrador tener que defenderme de quienes no tuvieron mi vida bonita; de esos en quienes no cabe la idea de que todo sea como era para mi, esos que de repente me hacen dudar de mis miopías, de mis sentimientos y mis debilidades. Como quisiera no ser adulta, no tener un corazón roto, no haberlo tenido jamás. Seguir enojada por que los sapos no se hacen príncipes, y desesperarme por que en mi torre del castillo se descompuso el apagador de mi estrella de latón y las bombillas de ese tamaño en particular se han agotado.

Siento que se me avejentó el corazón, más de lo que mi conciencia ya se había adelantado. Siento que con cada cosa que logro, pierdo. Que con cada independencia me quedo más lejos de mis sueños, por que los tengo más cerca. Y no se cómo expresar que eso me causa tristeza, por que aún no sé buscar sueños nuevos. Pero así es esto, y justo ahora tengo que ir a comandar una tropa de despavoridos hombres que no saben qué onda con una marca.

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