18 de diciembre de 2004

Naranjas medio destinadas.

De joven e ilusa, en aquellos tiempos en que Fey recorría los tímpanos inoscentes de los y las preadolescentes-niños-adolescentes mexicanos con su media naranja -Tenía más o menos 8 años- comensé a pensar en las naranjas como algo romántico, algo lleno de matices ruborizados que un día lograría alcanzarme para hacerme sucumbir ante su poder... rodando, talvez. Entonces, no mucho despues, un primo segundo con todas las buenas intenciones que puede tener un primo segundo, se acercó a mi sosteniendo entre sus manos astilladas una naranja que había bajado para mi de uno de los arboles que partían el rancho en dos. La rechacé con la sutil educación que tenía en aquella edad y que se ha ido desgastando hasta ahora, diciendo que no era lo suficientemente madura; yo, no la fruta.
Me parecía por aquellos tiempos aquel ofrecimiento una promesa de amor eterno, o de devocion infinita, metida en un empaque redondo y casi fluoresente. El pobre muchachito debió formarse la idea con la que aún me mira "de que planeta vienes?".

Lo superé, claro; igual que se superan todas las canciones pop de éxito masivo. Así paso al olvido hasta hoy, día en que por culpa de los amoríos homosexuales de Alejandro magno, una de mis ilustres acompañantes tropezó con el tema del amor verdadero. ¡oh, benditas naranjas! Pensé, y el tema se convirtío en asunto de remesa, igual que lo hicieron alguna vez los temas filosóficos mas relevantes de la humanidad.
Sin mala intención dije "me gustaría alguien como yo, pero del sexo alterno, no como alexander...". Oh desventuradas palabras que salieron por mi coloreada boca con sabor a sushi... desgraciadamente el silencio que se provocó (que no duró mucho) era tan incómodo que me jalaba los calcetines.
Fue la compañera que habia caido en el hechizo sentimentalista que solo las películas saben formular quien espetó con singular movimiento de su mano angélica "estas loca wey, tiene que complementarte!"

Ok... complementos. Volviendo a las naranjas... Tienen en toda su superficié un mismo tono de color, ademas, tienen una sola textura y toda ella un mismo sabor y olor. Entonces, al cortarla... no son exactamente iguales? "sí, pero alrevez" me dijo una de mis multiples personalidades. Entonces... pensé, quiero mi otra mitad.
Alguien medio reservado medio exasperante; como yo, pero con aspecto despreocupado a medias, para que contraste con mi medio aspecto de persona responsable que me dan las gafas y los ojos duros. Un loquito desparpajado mal peinado, que diga bromas sin titubiar y que sea tan valiente que me haga tomar riesgos; pues paresco todo lo contrario. Que dude de vez en cuando, en sus momentos serios, para que yo pueda reirme como loca y contarle cuentos de niños tristes, y por último que sea más fuerte que yo, para que pueda quitarme la histeria o condenarme los caprichos; pero que sea condescendiente. Un equilibrio que valla y venga. Y claro, no podria faltar que el buen humor le abarcara mi mala ortografía, y mis multiples personalidades. Su prudencia despues de mis cuentos inconclusos, para que me deje hacer lo que me plazca con lo mío. Que me deje cantar, tan alto y fuerte como yo quiera, y que de vez en cuando cante conmigo. Que se desvista conmigo, que ría conmigo y que duerma conmigo; pero bien dormido. y se le agradecerían las astromelias en ocaciones especiales...

- CONEJITA MIA... SE HAN ACABADO LAS ZANAHORIAS.
- deja de fumar eso, muso!!

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