25 de octubre de 2009

Pensamiento elegido del no-poder-meditar

Si pudiera ser vampiro al estilo crepúsculo (sí, switch niña de 13 años), aparte de obviamente ser bonita - MUY BONITA- tendría miles de vidas enteras de 20 y tantos años para intentarlo todo. Sinceramente no me volvería a enamorar, y como no recordaría mi vida de mortal, viviría en el idilio de la ilusión y la alimentaría con amores ajenos robados de novelas y películas (Lo siento, sería infelíz recordándote y extrañándote). No causaría buenas impresiones, más que para matar, y porsupuesto no sería "vegetariana" sino que por el contrario, me obsecionaría con mis presas y las poseería como se poseían los tazos, las tarjetas de beisbolistas o las estampitas para álbumes. Llevaría a un niño a disneylandia con tal de tenerlo.

Tendría un loft de ventanas gigantes a algún lado con niebla verdosa y grisasea, y mis paredes serían del brillante de los ladrillos desnudos pero curados. Tendría una cocina y una cama hermosas, aunque no las necesitara, y cuajaría de frascos con aromas encerrados cada estante que parecería infinito.

Sería diseñadora, o escritora... o algo así, algo que en mi sano juicio y con una vida corta no haría. Me perdería en la soledad de los colores, las texturas, los olores y sabores inventados. Y sería felíz entretenida indefinidamente con el brillo de un cristal roto, con el olor de una fogata apagada, con el sonido de un violín marchito a la distancia.

Sería la ventaja de la soledad, no la condena. Pues la soledad sin el recuerdo de la compañía es el estado idoneo de quienes no podemos ser inmortales.