Le observó. Le causaba tanta curiosidad que el abstenerse de tocar era un martirio, estaba en un estado casi hipnótico, fuera de conciencia, lejos del último momento antes de ver y de pronto toda su vida, todas sus historias, sus canciones y cada anhelo se le condensaron en ese cúmulo incandecente de mágia. La verdad, sabía que era suyo, aunque le pareciera algo demasiado maravilloso, digno de alguien con más gracia, con más bondad, con más... daba igual, la suerte le había caido del cielo. El único problema era el no saber cómo hacer para guardarle.
23 de noviembre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
3 comentarios:
a tocas se ha dicho!! si está es por algo :p
saludos, doña margarita
te extraño
ojala mas cosas cayeran del cielo...
Publicar un comentario