Con mucho cuidado despeguè del cielo la estrella màs brillante, para con ella detenerme el cabello del lado izquierdo, que es de donde màs se me despeina. Brillaba, a causa del fresco vestido blanco de sal que me llegaba a las rodillas. Brillaba y observaba la fluctuaciòn de las tìmidas olas que apenas llegaban lamentàndo haberse roto contra la barrera de piedras construida para vencer leyendas de sirenas a lo lejos.
- Te brillan los ojos - Me dijo el muso volteando el bote gris-plateado que estaba en la orilla. - Creo que es porque el cielo es azul marino.
Sonrìo y me subo al bote, y veo mansamente còmo el muso agarra los remos y los acomoda a los costados.
- No vas a hablar?
Hago un gesto negativo con la cabeza. La luna apenas y sonrìe mientras nos alejamos del muellecito de piedras. Sin mùsica. Sin luz. Sin pelea. Nada màs nosotros brillando en medio de un va y ven de ondas que parecen de papel celofàn... para despertar minutos despuès en una playa que se comiò el atardecer.
9 de julio de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
5 comentarios:
Malditos entes!
habrá que exprimirlos hasta el hastío =)
Ufffff...
Cada que te leo me pasa como a Jaime Sabines cuando leyó a Victor Hugo.
Saludos.
mmm.. dices.. "què se habrà fumado este rukito"?
me encanta cuando escribes utópicamente. ^________^
me haces un cuento?? :D
Publicar un comentario