13 de enero de 2007

Frutas

Ana se despertó una mañana lluviosa de domingo abajo de su edredón de Ariel la sirenita, sabiéndose verde un día más y pensandose verde un día menos. No iba a ir al kinder porque su papá no estaba en la ciudad, así que se quedó acostada pensando que algún día podría hacerse amarilla...

Como algunas frutas cuando maduran.

Cuando creció y se dio cuenta de que su condición no cambiaba, intentó hacer cosas que la hicieran sentirse un poquito amarilla... pero nunca era suficiente. Entonces decidió que tendría que aceptar el verde hasta que llegara por si mismo el amarillo... y tendría que hacerlo verse bien.

A los 19 años y 5 días de ser verde, una vecina entre rosa y morada le dijo a Ana que nunca sería amarilla.

Se resignó a ser inmadura por siempre.